El pasado lunes pasaba por una papelería para autorregalarme una estilográfica. Sí, lo reconozco, me gusta escribir con pluma por puro placer y para cosas que, emocionalmente, son importantes. Y allí, en su vitrina de cristal blindado con un sistema de seguridad desconocido y potente estaba esto:
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Pedro I el Grande de Montblanc |
Pero los cerca de 5000€ que cuesta, se me escapa del presupuesto. La culpa la tiene el plumín, la punta que escribe, de oro macizo 24 quilates y los adornos de plata pura de no sé cuántas micras. Pertenece a la casa Montblanc, que también posee su propia línea de fragancias, a una serie limitada de poco más de 4800 unidades firmadas y selladas, con su seguro incluido, denominada mecenas.
Y me hizo pensar en el amaderado aromático de Van Cleef & Arpels llamado Tsar. Una fragancia verde, helecho, un chipre a la vieja usanza creado por Philippe Bousseton en 1989. Un clásico absoluto de la perfumería masculina que, a pesar de su profunda intensidad, sigue siendo un bestseller mundial en toda regla. Incluso tras las constantes reformulaciones que lo han tornado más "asequible" al monedero y al olfato.
La culpa la posee el majestuoso equilibrio de la complejidad de sus notas: un explosivo inicio de bergamota, neroli, notas verdes, lavanda, cilantro, artemisia; para dar paso a un corazón de rosa, lirio de los valles, alcaravea, jazmín, raíz de iris, estragón, bayas de enebro, clavel; sobre un fondo rico y persistente de cedro, coco, almizcle, pachuli, ámbar, haba tonka, sándalo y gran cantidad de musgo de roble y cuero.
La culpa la posee el majestuoso equilibrio de la complejidad de sus notas: un explosivo inicio de bergamota, neroli, notas verdes, lavanda, cilantro, artemisia; para dar paso a un corazón de rosa, lirio de los valles, alcaravea, jazmín, raíz de iris, estragón, bayas de enebro, clavel; sobre un fondo rico y persistente de cedro, coco, almizcle, pachuli, ámbar, haba tonka, sándalo y gran cantidad de musgo de roble y cuero.
Una fragancia para un auténtico zar. Pues no es para cualquiera.
Al final me quedé con esta Faber-Castell, maravillosa y asequible, perteneciente a la colección Ambition. ¿A que es bonita?