sábado, 17 de septiembre de 2011

Estanterías vacías de aroma


Esta mañana me he permitido un arrebato consumista. Llevo diez días horribles, de vértigo, en el trabajo y hoy pude salir a la calle a tomar el sol, pasear y respirar un poco tras el agobio post vacacional. Me he lanzado hacia la capital y, andando de tienda en tienda, he pasado por la puerta de una perfumería que abrió hace cosa de seis años. Pertenece a una cadena famosa de perfumerías con nombre de "cuerpo". La inauguración fue a lo grande porque el establecimiento lo es, con escaleras mecánicas y todo, para separar la zona chic de la corriente de lejías y fregasuelos. Contaban con marcas de prestigio y alguna que otra nicho en pequeñas cantidades pero daba gusto probar los Annick Goutal o los Serge Lutens. Aunque no tenía en mente comprar nada he pasado para echar un vistazo. Todo semi vacío. Estanterías con cuatro envases de los cuatro últimos lanzamientos comerciales y algún que otro superventas clásico. Contados probadores y una cara de resignación en los dependientes bastante alta. Parece que decían: Mientras no me toquen al curro haz lo que quieras porque esto se acaba.


Y es cierto, en mi trabajo hemos pasado a tener cinco compañeros menos en la plantilla y algunos vemos que, de cara al año que viene, nos puede tocar a nosotros. La situación económica está mal y de momento difícil solución esperamos. Aunque seguro la hay.

Al salir de la perfumería, no había nada que me interesase y los precios estaban por donde volaba el Concorde, he pasado por la puerta de otra. En el escaparate rezaba: "Gran oportunidad todo a precio de coste". De cabeza he entrado. Todo casi vacío, aunque no todas las estanterías, pero personal poco y clientes menos. Me he dedicado a probar fragancias y sólo me han sorprendido dos. Algún día hablaré de ellas. Me he puesto a hablar con una de las chicas que están para atender a los clientes y al final, medio convencido medio con ganas de echarle una mano, me he llevado el último frasco del aroma que me ha acompañado durante las noches de este verano y que se va a convertir en mi compañero durante este otoño. Un clásico de los noventa que no obtuvo el éxito que se esperaba y que poco a poco va desapareciendo del comercio español, al menos por mi zona. No voy a hablar de él porque es un clásico a revisitar y necesita su espacio y su tiempo, pero os doy una pista. Tiene nombre de formación ondulada arenosa y fue creado para la casa del diseñador que inventó la falda Corola. ¿Lo adivinas?


Pues eso, que al final piqué a pesar de la crisis.

* Os pido disculpas por la mala redacción de la entrada anterior y las faltas de gramática y ortografía. No corrijo, para no olvidarme de revisar cada entrada.

1 comentario:

Unknown dijo...

dios mío...la cosa pinta muy mal no?
Un abrazo,
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